2024/03/10 – Pedro José Zepeda
Acabo de terminar de leer “En agosto nos vemos”, novela póstuma de Gabriel García Márquez (Aracataca, Colombia, 1927). Es poco lo que hay que agregar sobre Gabo, escritor entrañable de muchísimos mexicanos. En todo caso, agrego una pregunta:
¿Es, o no, ésta, la última novela del boom latinoamericano? Yo había apuntado hace poco que lo sería “Les dejo mi silencio” de Mario Vargas Llosa, publicada recientemente.
Al menos tres de mis amigues a quienes envié el texto póstumo de García Márquez, me contestaron que, gracias, pero que desconfiaban de las novelas publicadas después de la muerte del autor. Con más vehemencia que los otros, una amiga jalisciense, gran lectora y estudiosa de la palabra, de plano enojada, me transmitió la gran decepción que sufrió al leer “Los setenta y cinco folios y otros manuscritos inéditos de Proust” publicados por Galimard en 2022. Yo, aunque en general comparto esta opinión de mis cuates, no dejo de reconocer que hay casos, bastantes, como los de Sandor Marai o de Bolaño, algunos de cuyos textos de gran valor vieron la luz hasta después de su muerte.
Pero no es, en mi opinión, el caso de “En agosto nos vemos”, presentada a nivel mundial hace cuatro días, el pasado 6 de marzo, cuando el escritor hubiera cumplido 97 años, en Madrid por dos de sus hijos, Rodrigo y Gonzalo, así como por Cristóbal Pera, quien editó los dos últimos libros que publicó en vida García Márquez.
Si bien la novela tiene pasajes memorables, y su estructura ofrece grandes posibilidades, sus diferentes partes no logran articularse plenamente y, en mi opinión, no siempre se reconocen ni los narradores ni el lenguaje mágico de las grandes obras de García Márquez.
Se dice que esta novela, en un principio fue pensada para ser un cuento. Yo sí lo creería; las primeras diez páginas son, para mí buenísimas. Se dice también que, después de múltiples reescrituras, la obra fue tomando mayores proporciones hasta convertirse en el borrador de una novela.
Se dice, por último, que tras revisar ese material, la familia consideró que los borradores contenían la esencia del escritor, y encomendó a Cristóbal Pera, armar la versión que se publicó hace tres días” y ahora comento.
En la presentación del libro se argumentó que: “Leyéndolo una vez más a casi 10 años de su muerte descubrimos que el texto tenía muchísimos y muy disfrutables méritos y nada que impida gozar de lo más sobresaliente de la obra de Gabo: su capacidad de invención, la poesía del lenguaje, la narrativa cautivadora, su entendimiento del ser humano y su cariño por sus vivencias y sus desventuras, sobre todo en el amor, posiblemente el tema principal de toda su obra”.
Y aunque el libro “No está totalmente terminado por Gabo, no está tan pulido como sus más grandes libros”, afirmó su hijo, Rodrigo García, junto con su hermano Gonzalo y Cristóbal Pera, al presentarlo en la sede del Instituto Cervantes en Madrid. “… como decimos en el prólogo, definitivamente tiene muchas de las características sobresalientes de Gabo: una prosa preciosa, el conocimiento del ser humano, poder de descripción”.
“No se ha agregado nada que no estuviera en los múltiples originales que dejó de esta novela”, señaló Gonzalo García al ser cuestionado sobre si la obra hallada en los borradores estaba incompleta. “La novela estaba un poco dispersa en un número determinado de originales, pero estaba completa”.
“García Márquez estuvo trabajando en esta novela por varios años hasta que empezó a sufrir los efectos de la demencia senil, en el verano de 2010, según Cristóbal Pera. Gabo había perdido su confianza en el trabajo y llegó a asegurar a sus hijos que “Este libro no funciona. Hay que destruirlo”, dejó dicho.
Sin embargo, sus hijos Rodrigo y Gonzalo decidieron rescatarla del archivo de la Universidad de Texas en Austin y publicarla cuando se acerca el décimo aniversario de la muerte del escritor. “Mi teoría es que cuando dijo que no funcionaba había perdido la capacidad para juzgarlo. No está tan pulida como sus otras novelas, pero tampoco es un desastre que no se entienda. Yo creo que era él quien ya no entendía nada”, expresó a la prensa Rodrigo García.
“Él nunca guardó libros no editados; todo libro que no terminaba y con el que no estuviera satisfecho era destruido”, razonó García. “Entonces, el hecho de que no destruyera este libro creo que… es síntoma de que se le volvió un poquito indescifrable. Un Gabo totalmente en sus cabales hubiera: o terminado el libro, o lo hubiera destruido”, sentenció.
[Ya]“No hay más libros no terminados”, afirmó Rodrigo. [con ésta], “ya toda la obra de Gabo está a la disposición de sus lectores, no queda la misteriosa novela en un archivo en Austin, Texas”, dijo Gonzalo García.
Pasando a la obra: se trata de una novela corta, (122 páginas en la versión española y 69 en la versión electrónica que yo leí), que relata parte de la historia de Ana Magdalena Bach (nombre real de la segunda esposa de Juan Sebastián Bach), una mujer de mediana edad, que estudió letras y artes, que ha estado felizmente casada por 27 años y que, en principio, no tiene ningún motivo para querer escapar de la vida que ha construido con su esposo y sus dos hijos: una familia de músicos, el padre director de un conservatorio, madre maestra montessoriana, esposo director de orquesta que juega ajedrez con el célebre Paul Badura Skoda, un hijo que es destacado chelista aclamado en una sesión privada por Rostropovich, y una hija que, aunque super dotada para tocar cualquier instrumento musical, se rehusa a seguir el destino musical de la familia y ha decidido integrarse a las Carmelitas descalzas.
Ambientada en un lugar caribeño no identificado, cada 16 de agosto Ana Magdalena viaja en trasbordador por cuatro horas a una isla para visitar la tumba de su madre y depositar en ella un ramo de gladiolos, antes de regresar, otra vez en transbordador, al puerto en el que vive con su familia. Hasta que, en uno de esos viajes, en la única noche que pasa en la isla, por una mezcla de azares del destino y deseos y decisiones espontáneas, tiene amoríos con algún hombre. Así los siguientes años, cada 16 de agosto, y sólo el 16 de agosto. Pero cambia su vida.
Uno de estos días mágicos, después de muchas vivencias, de entenderse a ella y a su madre, exhuma sus restos y los regresa consigo a casa.
Deja una respuesta