2024/05/29 – Pedro José Zepeda
Acabo de terminar “Crematorio” (2007), de Rafael Chirbes (1949, Tavernes de la Valldigna, Valencia-Beniarbeig 2015).
Sin una espectacular formación académica formal es, sin embargo, un escritor de una impresionante erudición y una asombrosa sensibilidad. Desde los ocho años estudió en colegios de huérfanos de ferroviarios en Ávila y León; a los 16 se trasladó a Madrid donde estudió Historia Moderna y Contemporánea. En 1969 se mudó a París; vivió también en Marruecos, Barcelona, La Coruña, Extremadura, antes de, en el año 2000, regresar a su tierra natal.
La trama
La muerte de Matías Bertomeu, un hombre contestatario, aunque más de palabras que de acción, de joven, partidario de la revolución, y de viejo, de un estilo de vida ermitaño, alejado de los mercados y de la gente, aspirante a productor de sus propios alimentos; desata diferentes reflexiones en las personas que lo conocieron y convivieron con él en distintos momentos de su vida.
A unas horas de que sea cremado el cadáver (de allí el nombre de la novela), cada una de estas personas desarrolla un monólogo interior sobre lo que representó para ella Matías, y a partir de ello, sobre su propia existencia y sobre los cambios que ha vivido la mítica zona de Misent hasta transformarse en un próspero emporio turístico (cualquier lugar de la costa valenciana transformado durante las últimas décadas). Así, el dolor por la ausencia de Matías se convierte en un espejo que refleja también los éxitos, los fracasos, los cargos de conciencia y los resentimientos de estos personajes, enlazados por el hilo de un tiempo que inexorablemente se ha ido. Uno a uno, van tomando la palabra el exitosísimo e inescrupuloso hermano de Matías, Rubén, arquitecto y constructor en buena medida responsable de los cambios del paisaje de Misent; su hija Silvia, restauradora de arte que ama y odia a su padre y está casada con Juan Mullor, un mediocre catedrático que prepara la biografía de Federico Brouard, escritor que años atrás alcanzó cierta fama y es viejo amigo de los Bertomeu, quien, sin embargo, ya viejo y alcohólico, traiciona sus ideales. También toman la palabra Mónica, la guapísima y superficial tercera esposa de Rubén, treinta años menor que él; lo mismo que Ramón Collado y Sarcós, quienes, junto con el mafioso ruso Traian, son parte de la historia turbia del constructor. De esta manera, con una pluma cargada de pensamientos profundos, una prosa densa, intensa, Chirbes va perfilando un escenario en el que la familia se desgarra en amores y odios, al convertirse en el espacio de la corrupción, la especulación inmobiliaria, el dinero y los negocios sucios -droga y sexo incluidos-, y de la destrucción de un paisaje que, paradójicamente, con el tiempo, se transforma en un ejemplo de una nueva e impoluta modernidad.
Retazos
“Hay algo infantil en ese afán de transparencia, como si las sociedades …no necesitaran tener sus zonas oscuras, las zonas donde se acumula la energía de lo que va a venir”
“En Memorias de Adriano” – que nos leía a Silvia y a mí mi mujer ante los caravaggios de San Luis de los franceses- se habla de ese momento excitante en el que los viejos dioses han muerto y el nuevo dios no acaba de llegar. Momentos fructíferos en los que la humanidad se levanta sólo sobre sus propias fuerzas, pero también terrible porque sufre sin consuelo” [Entonces] …ya se sabe …las oportunidades son optativas, o para ti o para mí, dos cuerpos no pueden ocupar un solo espacio.”
“¿Por ese detalle insignificante voy a renunciar a ellas [las cosas]? ¿Por qué serán polvo? Lo sé.”
“Lo han dicho los filósofos. En cuanto yo me voy, el mundo deja de existir, deja de existir todo este ajetreo, se redime esta crueldad. Pero sobre ese relativismo se levanta el principio mismo de la vida. Sobre la evidencia de que estás y luego no estarás, de que eres y luego no serás. Coge la fruta y muérdela, y que el jugo te empape la boca. Ese bocado es el que vale. La vida es eso, derroche, hija mía. Una explosión de derroche que se permite el universo. Puro consumo arbitrario de energía.”
“…cuando esté todo construido, y no quepa ya ni un alfiler de punta en este culo del mundo que tanto te preocupa, le diré adiós…”
“El aire está en calma y sólo se oye la respiración pesada del mar. […] Surge la luna llena entre dos nubes, e ilumina la estampa, convirtiendo el paisaje en un negativo de sí mismo: la tierra un borrón oscuro, y la mancha del mar resplandeciente con un fulgor de colada de acero que ocupa la banda ancha del horizonte y se afila al borde de la arena, donde también destellan las motas e hilachas fosforescentes de las olas que se encaraman blandamente unas sobre otras. Al tiempo que aparece la luna, se levanta un soplo de aire. Como si la oscuridad lo hubiera mantenido encerrado y la luz lo liberara. Se oyen más nítidos los cercanos crujidos de las cañas que crecen del lado de acá de las dunas. Si el observador levanta la mirada en dirección a ese ruido, descubre la silueta de un perro, y el relámpago de sus ojos como un chispazo que se apaga enseguida, en cuanto el paso de una nueva nube cubre la luna. Mar adentro vuelve a formarse la mancha espesa, como de brea, que ocupa todo el horizonte, mientras que el perfil de la costa está marcado por el reflejo anaranjado de las luces. Se ha detenido otra vez el viento, y a través de esa calma, desde el lugar en el que escarba el perro, se abre paso un olor dulzón, de vieja carroña, que impregna el aire”.
Chirbes:
Es autor de las novelas “Mimoun”, “En la lucha final”, “La buena letra”, “Los disparos del cazador”, “La larga marcha” (Premio SWR-Bestenliste en Alemania), “La caída de Madrid” (Premio de la Crítica Valenciana), “Los viejos amigos” (Premio Cálamo), y “En la orilla” (Premio Nacional de Narrativa, Premio de la Crítica, Premio de la Crítica Valenciana, Premio Francisco Umbral, Premio ICON al Pensamiento), seleccionada, además, como la mejor novela española del año 1996 por los suplementos culturales de El Mundo, El País y ABC. También es autor de “El novelista perplejo”, “El viajero sedentario”, “Mediterráneos” y “Por cuenta propia”.
De manera póstuma, se publicó su novela autobiográfica “París-Austerlitz”, y seis tomos de sus “Diarios, a ratos perdidos”, de los cuales he reseñado cuatro.
Por “Crematorio” (2007), recibió en 2007 el Premio Nacional de la Crítica y el V Premio Dulce Chacón. De esta novela se hizo una adaptación televisiva de gran éxito en España.
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