La elegancia del erizo – M. Barbery

2024/08/15 – Pedro José Zepeda

Acabo de terminar de leer “La elegancia del erizo”(2006)de Muriel Barbery (1969, Casablanca, Marruecos; de nacionalidad francesa)

Publicada en 2006 por Gallimard, “La elegancia del erizo” es la segunda novela de Muriel Barbery. Fue el mayor éxito de ese tiempo, con más de un millón de ejemplares vendidos, y 30 semanas en el número uno de popularidad en las librerías. En consecuencia, ganó el Prix de Libraires en 2007. Fue llevada a la pantalla por la directora francesa Mona Achache con el nombre de El erizo.

La trama

La historia tiene dos protagonistas en apariencia totalmente opuestas: Renée Michel, portera de un edificio de lujo, y una niña de doce años de una familia rica que vive en ese edificio.

Renée Michel: tiene 54 años y un gato y desde hace 27 años trabaja como portera en el número siete de la calle Grenelle, “un bonito palacete con patio y jardín interiores, dividido en ocho pisos de lujo, todos habitados y todos gigantescos, en un elegante barrio de París”.

No habla de las grandes heridas que le dejó su pasado de pobreza rural; agazapada, las esconde detrás de una apariencia sencilla y silenciando su verdadera esencia. Se reconoce a sí misma de la siguiente manera: “Soy viuda, bajita, fea, rechoncha, tengo callos en los pies y también, a juzgar por ciertas mañanas que a mí misma me incomodan, un aliento que tumba de espaldas. No tengo estudios, siempre he sido pobre, discreta e insignificante. Vivo sola, con mi gato, un animal grueso y perezoso, cuya única característica notable es que le huelen las patas cuando está disgustado”.

Lo que no nadie conoce de Renée es que: conoce y le gusta la música clásica, especialmente Mahler; visita las bibliotecas y lee con avidez, especialmente los libros de filosofía y las grandes novelas rusas de principios del siglo XX. Además, como buena francesa, sabe cómo –y lo disfruta–, comer bien.

La otra heroína de la historia es Paloma, una niña de doce años, extraordinariamente inteligente, hija de una de las familias “trés comme il faut” que viven en el lujoso edificio. Cursa el octavo y tiene un amor especial por Japón y su cultura, tanto, que hubiera deseado dominar el idioma para leer a Jirō Taniguchi y poemas al estilo haikú.

Paloma se siente tan ajena a su mundo, tan asfixiada, que ha decidido suicidarse el próximo 16 de junio, día en que cumplirá trece años. Para ella, lo importante no es morir, ni a qué edad, sino lo que uno está haciendo en el momento de su muerte. “La gente cree ansiar y perseguir estrellas, pero termina como peces de colores en una pecera», piensa ella. Por eso, mientras llega el día de su muerte, Paloma, harta de su entorno; de tener que “hacerse chiquita” en la escuela para no sobresalir; de esquivar desacuerdos con su padre, pero sobre todo con su madre y su insoportable hermana mayor, de quien opina que, aunque estudia filosofía en la École Normale Supérieure y está haciendo un máster sobre Guillermo de Ockam, como reza la conseja española, “lo que natura non da, Salamanca non presta”, o sea, que es un cero a la izquierda.

Paloma plasma sus reflexiones sobre el mundo y sus circunstancias sus dos diarios: el de Ideas profundas y el Diario del movimiento del mundo.

Sobre Renée, Paloma considera que «tiene la elegancia del erizo: por fuera está cubierta de púas, una verdadera fortaleza, pero intuyo que, por dentro, tiene el mismo refinamiento sencillo de los erizos, que son animalillos falsamente indolentes, tremendamente solitarios y terriblemente elegantes».

La historia se desarrolla en un juego a dos voces, en el que Renée y Paloma intercalan sus respectivas reflexiones y peripecias: Renée se comunica con nosotros los lectores en tiempo presente, incluido alguno que otro consejo, mientras que Paloma sólo nos enseña alguna de las páginas de diarios, o sea que nos reseña cosas que ya pasaron. Así, nos vamos enterando de que el gato de Renée se llama León (por Tolstoi), de sus preferencias musicales, de le gusta Visconti (especialmente Muerte en Venecia); de que su única y mejor amiga, ya de muchos años, Manuela Lopes, portuguesa, trabaja como limpiadora por horas para dos de las familias que viven en el edificio, y baja habitualmente a la portería donde beben té y comen galletas, aunque, –muy francés– jamás se han tuteado.

Almas gemelas a pesar de sus grandes diferencias, comparten Renée y Paloma una vida solitaria y una lucha cotidiana por sobrevivir y vencer la desesperanza. Al irse conociendo, juntas, descubrirán la belleza de las pequeñas cosas, invocarán la magia de los placeres efímeros e inventarán un mundo mejor. La elegancia del erizo consiste en alcanzar la felicidad gracias a la amistad, el amor y el arte.

Tras la muerte de Pierre Arthens, uno de los habitantes del edificio, la llegada de un hombre misterioso a su apartamento, propiciará el encuentro de estas dos almas gemelas.

Kakuro Ozu es un señor de unos sesenta años, muy presentable y muy japonés, más bien bajito, delgado, con un rostro lleno de arrugas pero de expresión clara. Toda su persona irradia amabilidad, pero, dice Renée, yo percibo también decisión, alegría y fuerza de voluntad.

En palabras de Paloma: “Esta mañana, Jacinthe Rosen me ha presentado al nuevo propietario del piso de los Arthens. Se llama Kakuro No Sé Qué. No me he enterado bien porque la señora Rosen siempre habla como si tuviera una patata en la boca, y porque justo en ese momento se ha abierto la reja del ascensor…”.

El nuevo propietario de la cuarta planta es jubilado, un hombre muy rico, tiene un asistente muy culto y eficiente llamado Paul N’Guyen y dos gatos, Kitty y Levin, como los personajes Anna Karenina de la novela de Tolstoi.

La vida de ellas dos, y la de él, cambian en adelante.

Se ha dicho de esta novela:

«Un cuento moderno, refrescante e inteligente»,

Le Figaro

«La nostalgia atemporal de Marcel Proust y el frescor de Philippe Delerm… Divertida, inteligente… aérea como un haiku»,

L’Express

«Decir que Muriel Barbery tiene talento es quedarse corto… Tiene [también] un humor devastador», Le Nouvel Observateur.

Un poco sobre Muriel Barbery

Es autora de las novelas Una golosina (Une gourmandise, 2000) y “La elegancia del erizo”, traducidas, ambas, a numerosos idiomas.

Trabaja en la Universidad de Borgoña, en el Institut Universitaire de Formation des Maîtres, una de las instituciones de educación superior más selectivas del mundo con una tasa de admisión de menos de 5%. Entre sus egresados se cuentan 14 ganadores del Premio Nobel, entre ellos, Jean-Paul Sartre y Romain Rolland, 11 ganadores de la Medalla Fields, como René Thom, y científicos sociales y filósofos de la talla de: Simone Weil, Émile Durkheim, Pierre Bourdieu, Louis Althusser, Jacques Lacan, Michel Foucault, Jacques Derrida, Étienne Balibar y Maurice Merleau-Ponty.


Nota del autor: Me escribe mi cuate Miguel, no el de la crónica de los Die Buddenbroocks, otro Miguel, también gran amigo y buen escritor: «Muy interesante. Aunque tiene muchas más novelas! El año pasado vino a México y presentó una de ellas, la última». Tiene toda la razón, en una rápida búsqueda encontré, publicados en español: Libro Pack, Una rosa sola, Un país extraño, Una hora de fervor y La vida de los elfos. Una disculpa a mis amigues y mi agradecimiento a Miguel!!


Publicado

en

por

Etiquetas:

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *