Un ángel que nos mira -T. Wolfe

2024/10/11 – Pedro José Zepeda

Pequeña nota:

Después de la muerte de Thomas Wolfe, William Faulkner dijo de sí mismo que era el segundo mejor escritor de su generación, sólo después de Thomas Wolfe.

De acuerdo con algunos críticos, ha sido tan amplia la influencia de Wolfe en la literatura norteamericana que lo mismo impactó a autores de la talla de Jack Kerouac y Philip Roth.

OJO: No hay que confundir a Thomas Wolfe con Tom Wolfe, nacido tres décadas después, quien fue uno de los pioneros del “Nuevo Periodismo”, y escribió novelas importantes como “La hoguera de las Vanidades” y “Todo un Hombre”, las cuales, sin embargo, en mi opinión, no son del calibre de las dos grandes obras del autor que ahora comento.

Un ángel que nos mira” se publicó en 1929 y, según dicen, creó tal revuelo en los medios literarios estadounidenses y británicos que, un año después, Sinclair Lewis, al recibir el Premio Nobel de Literatura, citó en su discurso a Thomas Wolfe, lo que parecía sugerir que, más temprano que tarde, éste recibiría también dicho galardón. Tal vez por su muerte prematura a causa de la tuberculosis, a los 39 años, nunca ocurrió.

La trama

Un ángel que nos mira” narra la historia de la disfuncional familia Gant desde el arribo de Oliver, el padre, a la imaginaria localidad de Altamont en Catawba (muy probablemente Asheville en Carolina del norte, el pueblo natal de Wolfe en la vida real), a principios del siglo XX. Tras ver la estatua de un ángel hecha en piedra, Oliver decide sentar allí sus reales y convertirse en cortador de piedra. Después de un primer matrimonio trágico, tras el cual se convierte en alcohólico, Oliver se vuelve a casar, ahora con Eliza, con quien construye un nuevo hogar y forma una familia. Sin embargo, el infortunio parece perseguir a la nueva pareja que, en pocos años, pierde tres hijos. Fuera de sí, Oliver es recluido en una clínica en Richmond con magros resultados y a su regreso a casa continúa abusando de su familia, a pesar de lo cual la pareja permanece junta por un largo tiempo y tiene seis hijos.Con todos sus defectos, Oliver juega un papel importante en la vida de su mujer y sus hijos: lee a Shakespeare, induce a su hija Helen a leer poesía y, entusiasta cuando no está alcoholizado, establece algunos mitos, como sus fogatas fuera de la casa. La madre, Eliza, fuerte, decidida, trabajadora, termina comprando la pensión que administra en Dixieland y, finalmente, se muda a ella, aunque ocasionalmente sigue recibiendo a Oliver.

El hijo mayor, Stevie, hace negocios, es muy echado para delante, de plano un fanfarrón. Luke, otro de los hijos menores, parece seguir sus pasos. Helen, una de las hijas, después de un tiempo ayudando a su madre, inicia su carrera como cantante y realiza varias giras. Ben, el más noble de los hijos, apacible y melancólico, trabaja en un periódico y cuida del hermano menor, Eugene, hasta que, tiempo después, es diagnosticado de cáncer de pulmón y muere.

Eugene el menor de los hijos, el más sensible y el más inteligente, es el protagonista de esta novela (y también de la siguiente, en mi opinión la obra maestra de Wolfe, “Del tiempo y el río”). Muy diferente de sus hermanos, se siente un extraño en su familia y en su propia tierra. Buen estudiante y muy observador, a los 19 años, luego de Trabajar un tiempo en el periódico con Ben, mientras continúa estudiando a Shakespeare y la poesía romántica, decide abandonar su hogar y emprender su propio camino.

En la universidad, Eugene se involucra intensamente en actividades académicas, como editor del periódico escolar y la revista literaria, en la cual, además, publica poesía. También se une a un seminario de escritores de teatro. En unas vacaciones en Altamont, conoce y se enamora de una inquilina de la pensión de su madre, Laura James, mayor que él; pero ella, hacia finales del verano, le comunica que está comprometida con otro hombre. Catástrofe.

Su mentor alienta a Eugene a postularse a Harvard para realizar estudios de posgrado. Contraviniendo los deseos de su madre que le ruega que se quede en el estado, él decide irse a Boston, donde termina la maestría. En palabras de un estudioso de la obra de Wolfe: “La crónica de su despertar erótico, de sus descubrimientos estéticos, de su afianzamiento identitario y de sus viajes por Estados Unidos y por Europa acaba creando una polifónica novela de educación que ha sido comparada con obras como “El retrato del artista adolescente de James Joyce y “Absalón, Absalón” de William Faulkner.

Se ha dicho de esta novela:

Aunque se trata de una obra a todas luces autobiográfica, la novela trasciende, por mucho, el simple recorrido de la vida del autor, su familia y el pueblo donde vive, y explora y desnuda con una enorme sensibilidad y maestría su alma y la de su familia, así como la intensidad y la complejidad de las relaciones humanas. El desarrollo de los personajes es impecable, de una enorme riqueza y muy consistentes. La prosa es larga, profunda, cuidadosa, detallada, sobre todo cuando describe la naturaleza y su entorno familiar. La estatua de “El ángel que nos mira”, que define el inicio y el final de la novela, es utilizada magistralmente por Wolfe para construir la historia.

Un poco sobre Thomas Wolfe

“Escribió cuatro novelas largas, muchos cuentos, poesía, obras dramáticas y fragmentos de novelas. Su prosa destila poesía, es muy descriptiva, con argumentos en gran parte basados en su vida”.

“Sus libros reflejan la cultura y costumbres de Estados Unidos del primer tercio del siglo XX, en especial, los de su ciudad natal en sus años de niñez y temprana juventud y los vividos luego en Nueva York y Boston. Realizó seis viajes a Europa… Su obra contiene las observaciones de un estadounidense que descubre interesantes aspectos de Inglaterra, Francia y Alemania que pasan desapercibidos para los europeos, [como los inicios de]… la persecución de… personas por sus razas o ideas… y la inminencia de la guerra”.

En su lecho de muerte, Wolfe escribió una carta conmovedora a su editor, Maxwell Perkins, reconociendo el gran apoyo que recibió de él durante su corta carrera. En 2016 se estrenó una excelente película, “Genius” (“El editor de libros”, en español), protagonizada por Jude Law y Collin Firth, sobre la intensa y profunda relación laboral y de amistad entre Wolfe y Perkins, quien, por cierto, también fue editor de Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway entre otros.

Wolfe estudió en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, donde obtuvo el grado de Bachelor of Arts. Luego hizo la maestría en la Escuela de Posgrado en Artes y Ciencias de la Universidad de Harvard. Después de la muerte de su padre, y tras su fracaso como autor dramático, decidió ser novelista. Se instaló en Nueva York en noviembre de 1923, y, en febrero de 1924, empezó a enseñar inglés como instructor en la Universidad de Nueva York por siete años.


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