2024/10/23 – Pedro José Zepeda
Pequeña nota:
“Del tiempo y el río” es la obra maestra de Thomas Wolfe y, en opinión de muchos críticos, una de las que mayor influencia ha tenido en la novela norteamericana posterior. Fue publicada tres años antes de la prematura muerte del autor.
Wolfe fue un exuberante pero, sobre todo, extraordinario escritor: las casi 900 páginas de la novela que ahora reseño, aunadas a las cerca de 700 de “El ángel que nos mira”, —que bien podría ser considerada como la primera parte de “Del tiempo y el río”— integran una portentosa obra biográfica de excelsa literatura.
El protagonista de ambas novelas, Eugene Gant, Alter Ego de Wolfe, con su gran vitalidad, su romántica avidez de experimentarlo todo, con esa necesidad de acometer y superar cualquier limitación que le impida ser escritor “es uno de los más entrañables y conmovedores personajes de la literatura de nuestro tiempo”.
Se dice, por ejemplo, que Zuckerman, Alter Ego de Philip Roth y protagonista de esa maravillosa trilogía que integran: “Pastoral Americana”, “Me casé con un comunista” y “La mancha humana, “parece amasado con ese torrente de tristeza y recuerdos, con esa necesida d casi animal de realidad que tiene Eugene Gant”.
Y me parece -o lo leí en alguna parte–, que la intensidad de los viajes en tren de Eugene Gant, en algo habrán influido en los inconmensurables traslados carreteros de Jack Kerouac y sus amigos de la generación beat entre 1947 y 1950.
“La crónica de su despertar erótico, de sus descubrimientos estéticos, de su afianzamiento identitario y de sus viajes por Estados Unidos y por Europa acaba creando una polifónica novela… que ha sido comparada con obras como “El retrato del artista adolescente” de James Joyce y “Absalón, Absalón” de William Faulkner”. Por todo esto, Thomas Wolfe es, en las irónicas palabras del propio Faulkner, “…el mejor fracaso de la literatura norteamericana de nuestros días”.
Nombre completo:
“Del tiempo y el río, una leyenda sobre la ansiedad del hombre en su juventud”.
La trama:
“Toda juventud está expuesta al desperdicio; […] algo en su propia naturaleza… le empuja a ello; luego, [lo lamentamos]… cuando nos llega la certidumbre de que el enorme desgaste de la juventud fue completamente innecesario”.
Thomas Wolfe
Del tiempo y el río es la historia de la formación de la personalidad de Eugene Gant, quien busca con avidez todo tipo de vivencias que lo hagan sentirse escritor. Suple sus dificultades para entablar relaciones personales, con su gran capacidad de observación, sensibilidad y arrojo, virtudes que lo llevan a conocer mucha gente que él, a su vez, nos hace conocer a nosotros los lectores. “y esa es, precisamente, la grandeza de esta novela: la capacidad de hacernos vivir una época a través de quienes la vivieron, de conocer una vida a través de quienes se cruzaron en la del propio Wolfe”.
La primera parte de la historia, ambientada en la tierra natal de Gant y su familia, se nutre de las raíces reveladas en “El ángel que nos mira” y es desarrollada utilizando una prosa deliciosa, de gran intensidad y belleza. En la segunda parte, Eugene viaja a Europa y, con mirada fresca, norteamericana y joven, tal vez algo ingenua, recorre paisajes, establece y reestablece relaciones y, sorprendentemente, logra advertir algunos rasgos del pasado y el inminente porvenir de Inglaterra, Francia y Alemania “…que pasan desapercibidos para los europeos, [como los inicios de]… la persecución de… personas por sus razas o ideas… y la inminencia de la guerra”.
Así, uniendo los tiempos pasado y presente, fluye constante esta novela por el río de la vida.
Han pasado tantos años desde su publicación y se ha dicho tanto sobre esta novela que únicamente resumo:
«La obra total»
«Una prosa oceánica»
«El ángel que nos mira” y “Del tiempo y el río” son dos de las grandes obras maestras del último siglo, y Eugene Gant es uno de los más grandes personajes literarios del siglo XX»
“Aunque se trata de una obra a todas luces autobiográfica, la novela trasciende, por mucho, el simple recorrido de la vida del autor, su familia y el pueblo donde vive. [La]… obra… explora lo más profundo del alma y las relaciones humanas y… eleva a sus mayores alturas estéticas la narrativa norteamericana, recuperando, para beneficio de los lectores los colores y sonidos de una época”.
“Nada de la maquinaria narrativa escapa de las manos de Wolfe… recurre a todos los recursos, no deja ir nada que le sea útil para la reconstrucción mítica de esa América perdida, nunca hallada, omnipresente”.
“En todo caso, si Eugene Gant comete el “error” de querer leerlo todo, saberlo todo y vivirlo todo, lo cual, como es bien sabido, puede ser demasiado; Wolfe,comete el “error” de querer escribirlo todo. Pero ese mal incurable que lo aleja de la precisión de Flaubert, lo acerca a la profusión de escenas y caracteres de Dickens, a Walt Whitman, uno de sus mentores, aunque ello haya representado grandes dolores de cabeza para su editor y amigo Maxwell Perkins. Como compensación, Tom Wolfe aceptó sacrificar gran parte de lo que había escrito cuando Perkins logró convencerlo de que no aportaba mucho a la historia, pese a que algunas de las partes eliminadas eran, según el autor, “lo mejor que había escrito jamás”.
Deja una respuesta