Un verdor terrible -B. Labatut

2024/10/31 – Pedro José Zepeda

Acabo de terminar de leer “Un verdor terrible”(2020)de Benjamín Labatut (Rotterdam, 1980; nacionalidades holandesa y chilena)

Un verdor terrible” es un libro difícil de ubicar en las taxonomías convencionales de la literatura: un conjunto de cuentos, parte ficción y parte hechos reales, protagonizados por científicos de la talla de Haber y Bosch, Schwarzschild, Grothendieck y Einstein, así como Schrödinger, Böhr y Heisenberg, fundadores de la mecánica cuántica.

En 2021, este libro fue finalista del Booker Prize; en 2024 fue seleccionado por el New York Times como uno de los 100 Mejores Libros publicados en lo que va del siglo XXI, y ha sido recomendado por personas como Barack Obama.

La trama

Un verdor terrible” relata cuatro episodios científicos trascendentales ocurridos durante la primera mitad del siglo XX, cuando, con el acicate de las dos guerras mundiales y la guerra fría, se producen transformaciones cruciales en la ciencia y la tecnología. Profundamente informado sobre sus personajes y dueño de una poderosa imaginación, Labatut logra meterse en ellos y reconstruir, sin pretensiones históricas, sus complejas personalidades y los contextos concretos en los que cada uno de ellos logra exclamar “Eureka”. Sin embargo, a diferencia de la célebre interjección de Arquímedes, los casi increíbles “Eureka” del siglo XX son un mosaico en claro oscuro, tanto en términos de los pros y los contras que tienen para la humanidad, como para los científicos involucrados, quienes se mueven entre la genialidad y la locura, entre la construcción científica y la revelación mística, donde como resultado de un descubrimiento “la realidad” puede tener más de cuatro dimensiones o cualquier experimento para comprobar una teoría puede ser irrealizable.

El primer relato, Azul de Prusia, describe el desarrollo de las armas químicas en la Primera y la Segunda Guerra Mundial, rastreando sus antecedentes en el pigmento homónimo del siglo XVII, a partir del cual Wilhelm Scheele desarrolló el cianuro, que siglos después sería utilizado para la producción de agroquímicos que hoy en día siguen intoxicando aguas y suelos. El cuento culmina con la historia del químico Fritz Haber, cuyo método (y de Karl Bosch) para aislar el nitrógeno del aire permitió la creación de fertilizantes y, con ello, contribuyó a la alimentación mundial y la explosión demográfica moderna. Por su parte, Bosch, junto con un equipo de científicos, contribuyó a la creación y utilización de las primeras armas químicas de la historia, como el gas mostaza.

En el segundo cuento, “La singularidad de Schwarzschild”, Labatut narra otra vida marcada por la guerra, la del físico Karl Schwarzschild, quien resolvió, trabajando en las trincheras alemanas durante la Primera Guerra Mundial, las ecuaciones de la relatividad general de Einstein que, además, anticipan la existencia de los “hoyos negros”. Hacia el final de su vida, según cuanta Labatut, delirante, Schwarzschild compara su descubrimiento con la espiral de violencia en que Europa ha caído y de la cual no hubo salida.

El tercer relato, “El corazón del corazón”, cuenta la historia de Alexander Grothendieck, matemático francés que desarrolló las bases de la geometría algebraica, base, utilizada entre muchos otros campos, para la transmisión y flujo de datos en medios de comunicación como el internet. Grothendieck activista en los años sesenta contra la intervención de Estados Unidos en Vietnam, pacifista y ecologista, advirtió sobre el avance ciego de la ciencia, “la más peligrosa de todas las artes humanas”.

Finalmente, el último cuento, “Cuando dejamos de entender el mundo, relata las vicisitudes del camino que recorrieron los fundadores de la mecánica cuántica hasta el 29 de octubre de 1927 cuando, en Bruselas, Schrödinger, Bohr, Heisenberg y otros 24 físicos, cimbraron los cimientos de la física y, contraviniendo las opiniones de Einstein y De Broglie, abrieron la posibilidad de que “Dios sí jugara a los dados”, aunque hasta el día de hoy nadie haya sido capaz de demostrarlo. Como resultado, seguimos explicándonos el mundo desde dos paradigmas teóricos diferentes y hasta ahora irreconciliables: uno que parte de la premisa de que las propiedades de las partículas subatómicas son aleatorias, o peor, erráticas e impredecibles, y no responden a principios que entendamos ni pueden ser verificables; y otro que, desde que Newton postuló sus leyes de movimiento y Einstein estableció que E = MC2, establecieron los fundamentos que rigen la naturaleza y explican el comportamiento de los objetos de gran tamaño y masa, como planetas y estrellas.

Ha dicho Labatut

“Porque la realidad no es sólo lo que vemos cuando abrimos los ojos. La parte más importante, de hecho, sólo está al alcance de quien los cierra».

“Los cuatro relatos están basados en episodios de la vida de algunos destacados científicos, [en] la amplitud de su mirada, aunque no solo lo trascendental, sino también lo nimio, lo ridículo, lo imperceptible. [porque] creo que su búsqueda… es un viaje alocado que no tiene fin, ni puerto en que encallar”.

“Esa fascinación sin límites, es a mi gusto, una parte esencial de lo humano. Es una necesidad tan primordial, poderosa e inconsciente que no debiera sorprendernos el hecho de que la ciencia y la tecnología nos tengan a un paso del abismo”.

El deseo que anima a la literatura es tan extremo como el que late detrás de la ciencia: el intento, fallido por principio, de poner el mundo en palabras, de darle una forma humana al caos de la experiencia. Pero la ciencia, a diferencia de la literatura, ha cobrado vida propia; es como si fuese otra mente, un sistema caníbal que opera por sí mismo, que se justifica con su propia lógica y se alimenta de sí”.

Lo que me atrae tanto de la ciencia es que es —junto con el arte— un ámbito de lo humano que se sale de todos los límites, que no le debe lealtad a nada, y que rompe, casi sin miramientos, con lo que consideramos bueno y malo, moral e inmoral”.

Se ha dicho de esta novela:Un verdor terrible

«Extraordinario… Ingenioso, complejo y profundamente perturbador»

John Banville.

«Un desconcertante viaje hacia los delirios de los científicos más brillantes del siglo XX»

Jaime G. Mora, ABC

«…ficción extrañísima que desde el minuto uno cuestiona los parámetros de la realidad. Y de lo que entendemos por literatura». Labatut se estaría adentrando aquí en la novela metafísica, un género en el que han destacado autores como Leonardo Sciascia, Boris Vian, Jordi Bonells, Javier Argüello o Jérôme Ferrari.

Ricardo Baixera, El Periódico

“…no se trata de una novela, pero opina que «llamar relatos a las piezas del libro es ir demasiado lejos» porque «en realidad y prácticamente sin excepción, se trata de ensayos y, como ya lo dijimos, ensayos acerca de temas incomprensibles para el grueso de los mortales, en especial la profundización en torno a las matemáticas puras. El conocimiento, el dominio, la maestría que Labatut exhibe en Un verdor terrible son pasmosos, admirables, asombrosos».

Camilo Marks,

abogado de derechos humanos, académico, escritor y crítico literario.


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