2024/11/04 – Pedro José Zepeda
Acabo de terminar de leer “La vegetariana” (2023)de Han Kang (Gwangjun Corea del sur, 1970)
Impresionante novela; para muchos críticos, hasta ahora, la obra maestra de Han Kang, Premio Nobel de Literatura 2024, en palabras de la Academia Sueca «por su intensa prosa poética que se enfrenta a traumas históricos y expone la fragilidad de la vida humana… [y] se caracteriza por una doble exposición del sufrimiento -como tormento mental y físico- y por sus conexiones con el pensamiento oriental”.
Kang dijo que esta novela explora “…una pregunta imposible. Hay una mujer que ya no quiere formar parte de la humanidad. Un ser que pone en juego su vida para no dañar a nadie ni a nada, un ser a quien un día deja de importarle en absoluto vivir o morir. Simplemente quise preguntar si una mujer así se quedara en silencio, y llevara a cabo su decisión, qué pasaría; con qué se encontraría al final del camino”.
Y sobre la literatura, la autora apunta: “hacer preguntas, eso es para mí escribir. No escribo respuestas, simplemente me afano por redondear las preguntas, trato de permanecer mucho tiempo dentro de ellas. De rodillas, arrastrándome otras veces, espero llegar hasta el final, hasta el centro (aunque sea imposible)”.
La trama:
“La vegetariana” relata la historia de una mujer común y corriente, Yeonghye, que por haber decidido no volver a comer carne, ve cómo su vida se transforma en una terrible pesadilla: la protagonista va siendo degradada sistemáticamente y, como respuesta, desprendiéndose de su condición humana para no aceptar aquello que le obligan a ser. Narrada esencialmente en tercera persona, a varias voces, sobre todo las de su marido, la de su cuñado y la de su hermana.
Primer momento:
“Antes de que mi mujer se hiciera vegetariana, nunca pensé que fuera una mujer especial. Para ser franco, ni siquiera me atrajo cuando la vi por primera vez”. […] “Si me casé con ella fue porque, así como no parecía tener ningún atractivo especial, tampoco parecía tener ningún defecto en particular. Su manera de ser, sobria y sin ninguna traza de frescura, ingenio o elegancia, me hacía sentir a mis anchas. No hacia falta que me mostrara culto… ni andarme con prisas para llegar a nuestras citas. […] [no me acomplejaban]… ni mi barriga… ni mis delgados brazos y piernas… ni siquiera mi pequeño pene, que era la causa de un secreto complejo de inferioridad”. […] “Nunca he pretendido más de lo que creo merecer. […] Así pues, fue natural que eligiera casarme con ella. […] De hecho, jamás he podido sentirme cómodo con las mujeres bonitas, inteligentes, sensuales o provenientes de familias adineradas. Tal como lo había esperado, mi mujer se ajustó sin problemas al rol de esposa común y corriente que yo deseaba.”
Pero un buen día, “Yeonghye había empezado a comportarse de un modo extraño… cuando repentinamente se volvió vegetariana. […] Había adelgazado hasta un grado lastimoso, casi no dormía y, aunque siempre había tenido un carácter taciturno, había perdido el habla […] Empezando por el marido de su hermana, toda la familia estaba muy preocupada por ella. Finalmente, en la comida que organizó en su casa cuando se mudaron a su nuevo apartamento, el padre le había pegado a Yeonghye una bofetada y le había metido a la fuerza un trozo de carne en la boca. Todo su cuerpo había temblado. Paralizada, [su hermana] había presenciado cómo Yeonghye escupía la carne lanzando un grito bestial y cogía un cuchillo para cortarse las venas de la muñeca”.
Segundo momento:
“¿Podría remediar lo que su marido le había hecho a Yeonghye, eso que se había convertido en un escándalo barato y no quería volver a recordar?”
“No quería saber qué tipo de inspiración había causado en su marido la pequeña y verduzca mancha mongólica que Yeonghye tenía en su trasero. Lo que había visto esa mañana de otoño cuando había ido al apartamento de Yeonghye a llevarle algunas cosas que había cocinado, superaba toda capacidad de sentido común y comprensión. La noche anterior su marido había grabado en una cinta de vídeo cómo hacía el amor con Yeonghye después de [haber pintado]… los cuerpos [de ambos]… con flores de todos los colores.
Tercer momento:
“Me puse cabeza abajo y entonces me empezaron a nacer hojas en el cuerpo y me salieron raíces en las manos… Las raíces se fueron metiendo en la tierra… más y más… Y como estaba a punto de nacerme una flor en el pubis, abrí las piernas… las abrí bien…”
“Yeonghye fue ingresada [por segunda vez] en el pabellón de confinamiento de un hospital psiquiátrico. Había vuelto a hablar durante un tiempo breve después de su primera manifestación de locura, pero se sumergió de nuevo en el silencio. En lugar de hablarle a las personas, se ponía en cuclillas en los sitios soleados y murmuraba a solas cosas incomprensibles. Seguía sin comer carne y, si encontraba un trozo de algún tipo en la comida, escapaba gritando. En los días de mucho sol, se pegaba a la ventana y, desabrochándose la bata de enferma, sacaba sus pechos al aire. Sus padres, que se habían vuelto repentinamente más viejos y enfermos, ya no querían ver a su segunda hija y hasta habían cortado todo contacto con la mayor, pues les recordaba al yerno, al que consideraban poco menos que una bestia. Lo mismo habían hecho su hermano pequeño y su esposa”.
«¿En qué punto se torcieron las cosas?», se pregunta [la hermana] en esos momentos. «¿Dónde comenzó todo esto? Mejor dicho, ¿dónde comenzó a desmoronarse todo esto?». ¿Podría haberlo evitado? ¿No había pasado por alto una pista que le permitiera adivinar lo que él iba a hacer?
Dice Han Kang
“En Corea la carne no es tan importante, puesto que se come básicamente arroz, tofu y verduras. De todos modos, el declararse seguidor de principios diferentes a los demás —como, por ejemplo, el ser vegetariano— no es del todo fácil desde el punto de vista cultural”.
“Muchos años antes de La vegetariana, escribí un cuento llamado “El fruto de mi mujer”, donde una mujer se convierte realmente en árbol. Se puede decir que fue la semilla que dio origen a La vegetariana. A diferencia del cuento, en La vegetariana no se produce ningún hecho sobrenatural, sino que es su imaginación lo que lleva a Yeonghye al extremo de creerse una planta”.
“No utilizo la fantasía o lo sobrenatural en todas mis novelas. Sin embargo, lo hago cuando la verdad que se expresa en la obra me lo exige. A veces siento que no soy yo la que decido, sino que es la novela o el cuento que estoy escribiendo lo que me exige determinadas cosas”.
“No pienso que La vegetariana sea un retrato de la sociedad coreana. En la novela presento situaciones retorcidas y exageradas [pero]… no la escribí pensando en mi país, sino en algo más universal. De todos modos, la sociedad coreana no es nada fácil. En medio del embate de la oleada neoliberal, todavía quedan restos de una cultura tradicional hecha trizas. Es una sociedad en la que hay que vivir superando cambios vertiginosos, una actividad frenética, el cansancio y los daños. Aun así, existe al mismo tiempo una rica contracultura que se resiste a esta tendencia mayoritaria… como si fuera una especie de movimiento cultural. En general, artistas de todos los ámbitos llevan adelante sus ideas con una pasión realmente increíble”.
Se ha dicho de esta novela:
Desde su primera edición en Corea en 2007… “La vegetariana” ha viajado por el mundo y ha sido traducida al inglés, japonés, chino, vietnamita, francés, hebreo, italiano, portugués, polaco, neerlandés y catalán.
Para BuzzFeed Books, La vegetariana estuvo entre los 24 mejores libros de 2016; para The Huffington Post, entre los 18 mejores, y The New York Times la coloca entre los diez de ese mismo año. Por su parte, The Guardian la considera «una novela imprescindible».
En su viaje ha cosechado muchos premios, entre los que destaca el premio Man Booker International 2016, que logró con el voto unánime del jurado entre una lista que incluía a escritores como el premio Nobel turco Orhan Pamuk y la bestseller italiana Elena Ferrante y que, en ediciones anteriores, recibieron autores como Alice Munro y Philip Roth. Las palabras de justificación del jurado del premio Man Booker International al entregar a Kang el premio fueron: «Una obra compacta, exquisita y perturbadora que reverberará en las mentes, quizá también en los sueños, de todos sus lectores».
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