2024/11/13 – Pedro José Zepeda
Acabo de terminar de leer “Magníficos rebeldes: los primeros románticos y la invención del yo” (2022) de Andrea Wulf (1992, Nueva Delhi, nacionalidad alemana)
Pequeña nota aclaratoria:
Si…
una novela histórica es un relato ubicado en un contexto -perdón por la redundancia– histórico concreto, cuya trama y argumento son ficción, y pueden ser o no verosímiles.
Y si…
una historia novelada es un ensayo divulgativo mediante el cual una o un autor presenta los resultados de sus investigaciones, utilizando, una narrativa bella, atractiva, más allá de la exposición científica, aunque siempre sustentada en datos verificables…
Entonces…
“Magníficos rebeldes” es una preciosa historia novelada de cerca de 900 páginas, que fluye como agua cristalina, sustentada en una monstruosa bibliografía, recursos en línea y trabajo hemerográfico que se traducen en 1470 notas, 72 notas explicativas y 28 imágenes.
y…
Andrea Wulf es una rigurosa, minuciosa y pulcra historiadora, dueña de una excepcionalmente elegante, atractiva y muy amena pluma, capaz de convertir sus resultados de investigación en Bestsellers a nivel mundial.
¿De qué trata “Magníficos rebeldes”?
De un famoso círculo, de ese tipo de círculos que, por diferentes razones y circunstancias en la historia de la ciencia, han hecho brillar distintas ciudades por algún tiempo. Como la Frankfurter Schule, fundada en 1923, asociada al Instituto de Investigación Social de la Universidad Goethe, que a lo largo de tres generaciones reunió, entre otros, a intelectuales de la talla de Max Horkheimer, Theodoro Adorno, Herbert Marcuse, Erich Fromm, Walter Benjamin, Jurgen Habermas, Alfred Schmidt, Ernst Bloch, Hannah Arendt, Bertrand Russell y Michel Foucault quienes, a partir del pensamiento de Hegel, Marx y Freud, generaron diversos esquemas de desarrollo social alternativos.
O como El círculo de Viena que, entre 1921 y 1926 reunió, sobre todo en casa de Mortiz Schlick, a intelectuales del calibre de Rudolf Carnap, Otto Neurath, Herbert Feigl, Philipp Frank, Friedrich Waismann, Hans Reichenbach, el mismísimo A. J. Ayer, Charles Morris, Kurt Gödel y su supervisor doctoral Hans kan, Felix Kaufmann, Victor Kraft, Karl Hempel y Rose Rand quienes, inspirados en el mago del lenguaje, Ludwig Wittgenstein, y acicateados por la crítica constante de Karl Popper, fundaron lo que se conoció como el Empirismo lógico.
O como el Círculo de Jena, que floreció en una pequeña ciudad de lo que hoy es Alemania, objeto de estudio de Andrea Wulf en “Los magníficos rebeldes”.
El contexto:
Europa se transformó profundamente durante las últimas décadas del siglo XVIII y las dos primeras del XIX. La Declaración de independencia de Estados Unidos en 1776, la Revolución francesa de 1789 y la Revolución industrial, prefiguran, en lo esencial, hacia dónde se encaminarían los órdenes nacionales y mundial durante los siguientes casi dos y medio siglos. Como telón de fondo, El siglo de las luces modificó también la concepción del mundo y del hombre europeo: después de mil años de prevalencia de la fe, la ilustración ungió a la razón como el faro que iluminaría el camino abierto por La Declaración de los derechos humanos y del ciudadano hacia un progreso ilimitado. “Aunque desde perspectivas filosóficas muy distintas: el empirismo en Inglaterra, el liberalismo en Francia y racionalismo en Alemania, hacían converger a los nacientes estados modernos en la búsqueda casi obsesiva de un parámetro “científico” y el rechazo de la metafísica.
Pues bien, como una rebelión ante ese pensamiento racional, surge en Jena el primer movimiento romántico, integrado cuando un grupo de dramaturgos, poetas y escritores, encabezado por Goethe y Schiller, que puso el YO en el centro de su pensamiento, su escritura y sus vidas: poetas –además de los dos ya mencionados–, como Novalis y Tieck; filósofos como Fitche, Schelling, Wilhelm von Humbolt y, hacia el final, Hegel; científicos como Alexander von Humboldt (hermano menor de Wilhelm); y escritores y críticos literarios como los polémicos hermanos Schlegel y el corazón del grupo, Caroline Böhner-schlegel-Schilling, generaron un arsenal de ideas radicales en torno al poder creativo y la unicidad del arte y la ciencia, de la naturaleza y la ciencia, así como del Yo, la naturaleza y la ciencia, lo que los llevó a reformular, no sólo las teorías estéticas en boga, sino conceptos fundamentales como la libertad individual y el libre albedrío. El alcance de estas ideas invadió, primero Inglaterra, después toda Europa y llegó a los Estados Unidos a través de revistas como Die Horen, impulsada por Schiller, que reunió como colaboradores a varios de quienes formarían el grupo y marcó el inicio de la larga amistad entre Schiller y Goethe; y Athenaeum, fundada por los hermanos Schlegel después de distanciarse de Schiller; y de obras magnas como De l’Allemagne, de la muy temperamental Madame de Staël. Fue tan profundo y extenso el impacto del Romanticismo que, contribuyó al desarrollo de la identidad nacional y el patrimonio cultural alemanes, enraizados en la historia, la lengua y el folclore, sobre todo tras las guerras napoleónicas y a la posterior unificación alemana. A nivel mundial, por ejemplo, en pintura, tuvo exponentes como Delacroix y Caspar David Friedrich, e incluso en la obra tardía de Goya y, en música, en la contundente producción de Beethoven, Mendelssohn, Schumann, List, Berlioz, Brahms y Wagner. Todavía hoy caminamos “…sobre la misma cuerda floja entre la autorrealización personal y el narcisismo destructivo, entre los derechos individuales y las responsabilidades hacia la comunidad y las generaciones futuras… la tensión, extremadamente moderna, entre los peligros del egoísmo y las emocionantes posibilidades que ofrece la libertad del individuo”.
Pero el libro va mucho más allá: para sustentar sus afirmaciones más íntimas, la autora recupera cartas personales que se enviaron entre sí los integrantes del círculo, así como muchas otras que mandaron a familiares, amigos y conocidos, con lo que logra, me parece, “meterse en la piel” de los protagonistas, en sus lugares de reunión y otros sitios de la ciudad, e incluso en otras ciudades por las que viajaba alguno de sus integrantes, con lo que consigue reconstruir detalles fundamentales de sus desafiantes y agitadísimas vidas, como sus amores y pasiones, desamores y pérdidas, así como los múltiples encuentros y desencuentros profesionales y de todo tipo que existieron entre ellos.
Se ha dicho de esta novela:
“Magníficos rebeldes vibra con la pasión salvaje y las ideas radicales de un nuevo mundo libre creado a partir de poesía, el sexo, la música y el romanticismo. Absolutamente fascinante”.
Simon Sebag Montefiore
“Un libro magnífico: una revelación que podría convertirse fácilmente en una obsesión”.
The Spectator
“Una exploración esclarecedora de la vida de la mente y de la producción de arte, a veces tensa.”
Kirkus Reviews
“Una obra de una erudición formidable, pero llevada con ligereza; de compleja historia intelectual contada de manera evocadora, absorbente y convincente. La magnífica prosa de Wulf nos adentra en las vidas y las mentes de este notable círculo de personas que exploró las impresionantes posibilidades (y los tremendos riesgos) del libre albedrío, la creatividad individual y la libertad.”
Robert Macfarlane
Un poco más sobre Andrea Wulf
Wulf nació en Nueva Delhi, India, hija de trabajadores alemanes de ayuda al desarrollo, y pasó allí sus primeros cinco años de vida; creció en Hamburgo y hoy vive en Londres. Estudió en la Universidad de Lüneburg y en The Royal College of Art de Londres. Ha colaborado en The New York Times, The LA Times, The Wall Street Journal, The Sunday Times y The Guardian, entre otros medios.
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