Pedro Páramo – J. Rulfo

2024/11/26 – Pedro José Zepeda

Acabo de terminar la reseña de Pedro Páramo (1955) de Juan Rulfo (1917, Apulco, Jalisco – Ciudad de México, 1986)

Pa´ que nos entendamos:

Comala fue –no me consta cómo es hoy– un pueblo en el que la muerte estaba viva, donde se confundían y entremezclaban los ayeres de antes con los de más antes; donde a veces se escuchaban las voces y los pensamientos de los que, en cascada, fueron muriendo mientras duró el relato. Allí, en Comala, donde los aires son densos y los espíritus atormentados de los difuntos aparecen y desaparecen entre nubes de humo; o conversan inmóviles, muy juntitos, resignados, desde sus respectivas sepulturas. En ese pueblo de Comala, -al menos así nos lo contó Juan Rulfo–, aunque antes sí llovía, luego sólo hacía puro calor y, finalmente, la tierra terminó chupándose todo: a las plantas, a los animales y a la gente. No quedó nadie. Por eso, me parece que tiene razón Pérez Gay en lo que dijo hace dos semanas, después de ver la película de Rodrigo Prieto (la última versión de Pedro Páramo llevada a la pantalla grande): 1) que Prieto es un buen director y, 2) que Pedro Páramo no cabe en una peli, porque, digo yo, está hecho de puras palabras mágicas.

“El camino subía y bajaba: ‘sube o baja según se va o se viene. Para el que va, sube; para el que viene, baja’”.

“Hace calor aquí –dije… Cálmese. Ya lo sentirá más fuerte cuando lleguemos a Comala …Aquello está sobre las brasas de la tierra. En la mera boca del infierno. Con decirle que muchos de los que allí se mueren, al llegar al infierno regresan por su cobija”.

“Con usted debe haber pasado lo mismo, ¿no?

–No me acuerdo.

–Váyase mucho al carajo.

–¿Qué dice usted?

–Que ya estamos llegando, señor.

[…] ¿Qué pasó por aquí?

–Un correcaminos, señor. Así los nombran a esos pájaros.

–No, yo preguntaba por el pueblo, que se ve tan solo, como si estuviera abandonado…

–No es que lo parezca. Así es. Aquí no vive nadie.»

…y de allí pal real, sigue la historia.

Lo que parece que es cierto es que…

Para unos, Pedro Páramo fue la última novela de la revolución mexicana, tal vez porque pasó en tiempo de los cristeros; o tal vez porque Rulfo nos dejó a todos tan encandilados, tan llenos de eso que luego llamaron realismo mágico, que ya nada de lo que se dijo después sobre la Revolución Mexicana fue igual (aunque hemos seguido leyendo otras novelas sobre la revolución mexicana, unas mejores, otras más piorcitas; incluso, hace apenas unos meses me eché la de Pérez Reverte y, pues sí, pero, la puritita verdad, no).

Lo que sí pasó cuando se publicó el libro fue que armó tal revuelo que muchos consideraron a Pedro Páramo uno de los libros cumbre de la literatura en lengua castellana. Por ejemplo, el Gabo García Márquez contó lo siguiente:

«Álvaro Mutis subió a grandes zancadas los siete pisos de mi casa con un paquete de libros, separó del montón el más pequeño y corto, y me dijo muerto de risa: ¡Lea esa vaina, carajo, para que aprenda! Era Pedro Páramo. Aquella noche no pude dormir mientras no terminé la segunda lectura. Nunca, desde la noche tremenda en que leí la Metamorfosis de Kafka en una lúgubre pensión de estudiantes de Bogotá —casi diez años atrás— había sufrido una conmoción semejante. Al día siguiente leí El llano en llamas, y el asombro permaneció intacto.»

Y, para que se den otro quemón: otro de los grandes escritores latinoamericanos, un tal José Luis Borges (¿o sería Jorge Luis?), la describió como «una de las mejores novelas de las literaturas de lengua hispánica, y aun de la literatura», y la escritora estadounidense Susan Sontag dijo… que: «La novela de Rulfo no es sólo una de las obras maestras de la literatura mundial del siglo XX, sino uno de los libros más influyentes de este mismo siglo”. Claro que no a todos les gustó; por ejemplo, en la España de cuando se publicó la novela, la dictadura franquista prohibió la obra porque, a juicio de un censor, contenía «descripciones crudas de hechos y situaciones inmorales» en diversos pasajes. Y sólo, en 1969, más o menos seis años antes de la muerte de Franco, finalmente cambiaron de opinión (o de censor) y se publicó allá el libro de Rulfo. Hoy Pedro Páramo forma parte de la lista de las 100 mejores novelas en español del siglo XX del periódico español El Mundo, ha sido traducida a más de treinta idiomas, y hasta se han hecho varias películas y obras de teatro sobre ella.

La trama

La historia de Comala y la de Pedro Páramo pasa en los tiempos de los cristeros. Unos han dicho que, en realidad, se trata de dos historias: la de un hombre de nombre Juan Preciado, que llega al pueblo de Comala, por encargo de su madre muerta, a buscar a su padre, Pedro Páramo, muerto también hacía un tiempo. Y dicen también que la otra historia es, propiamente, la de Pedro Páramo, con su padre Lucas y todos sus hijos: Miguel, al que cuidó y cuya muerte lloró, y todos los demás, a los que registró, pero y ya; de sus muchas mujeres, incluidas doña Doloritas, con quien se casó, madre de Juan Preciado, que en realidad, igual que su madre, fue despreciado y nunca encontró a su padre, ni en vida, ni en muerte; y doña Susanita, el amor de su vida, amada, añorada y esperada por don Pedro toda la vida, a quien conoció siendo niños y quien lo desconoció cuando finalmente, hacia el final de sus vidas se encontraron poco antes de sus respectivas muertes.

“Mientras que la [narración]… de Juan Preciado [es] más o menos lineal, la de Pedro Páramo [es cronológicamente desordenada]”. Al acabar el primer tercio de la novela, “…la narración de Preciado se detiene y empieza el monólogo interior de Pedro Páramo como narrador omnisciente” (un narrador que, de antemano, y a diferencia del lector, sabe de qué va toda la historia).

Se ha dicho de esta novela:

“En la narrativa de Rulfo los personajes apenas actúan. Ellos fundamentalmente piensan, recuerdan y transmiten sus miedos, sus odios y sus remordimientos, mueren y vuelven a morir. […] Los ambientes y los mismos personajes carecen de… ubicación y rostro, pero no por eso parecen ser menos reales”.

En Pedro Páramo ”La figura del padre es un eje principal […] Por un lado se le ve como una nostalgia y, por otro, como una presencia odiada.»

Hay que recordar que Juan Rulfo ”…tenía seis años cuando, en la Guerra Cristera, su padre fue asesinado por Guadalupe Nava Palacios en junio de 1923. Cuatro años más tarde, en noviembre de 1927, también falleció su madre”.

Un poco más sobre Juan Rulfo

Escritor, guionista y fotógrafo mexicano, perteneciente a la Generación del 52, considerado uno de los escritores hispanoamericanos más importantes del siglo XX.

Pedro Páramo fue publicada por primera vez en 1955 por el Fondo de Cultura Económica. Rulfo había comenzado a escribirla desde finales de los años 1940 y, entre 1953 y 1954, publicó tres adelantos de ella en revistas literarias de la Ciudad de México: en Las Letras Patrias, con el título de Una estrella junto a la luna; en la Revista de la Universidad de México, de Los murmullos y en Dintel de Comala.

Pedro Páramo fue la primera novela de Rulfo, su segunda obra importante después de El Llano en llamas, su gran recopilación de cuentos publicada en 1953. Luego, siguió El gallo de oro, escrita entre 1956 y 1958, utilizada como guion cinematográfico y, finalmente publicada en 1980. De esta, el escritor relató:

”Antes de que pasara a la imprenta un productor cinematográfico se interesó en ella, desglosándola para adaptarla al cine. Dicha obra, al igual que las anteriores, no estaba escrita con esa finalidad. En resumen, no regresó a mis manos sino como script y ya no me fue fácil reconstruirla”. La misma sirvió como base a Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes para el guion de la película homónima de Roberto Gavaldón estrenada en 1964.


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