2023/12/14 – Pedro José Zepeda
Paulo Giordano, físico teórico y escritor, cumple 41 años dentro de cinco días. En 2008, con su ópera prima, “La soledad de los números primos”, a los 26 años ganó el Premio Strega, y vendió en Italia más de un millón de ejemplares.
Los números primos sólo se pueden dividir entre sí mismos y entre uno (i.e, 3, 29, 61). No se pueden, por tanto, factorizar (son números poco empáticos)
Únicamente hay 25 números primos menores que 100 y 168 menores que mil, empezando con el dos –único número primo par– y terminando con el 997 (son números menos comunes)
Son números primos gemelos aquellos que, siendo muy cercanos, siempre estarán separados por un número par (como el 11 y el 13, el 41 y el 43, o el 71 y el 73) (son números solitarios)
En su afán por relacionarse, los números primos gemelos establecen relaciones tan complejas como el número 1729 (número Hardy-Ramanujan que, aunque no es un número primo porque se puede dividir entre: 1, 7, 13, 19, 91, 133, 247 y, obvio, 1729, es el resultado de multiplicar los tres números primos de esta serie de divisores: 7 * 13 * 19); que es el número natural más pequeño que puede ser expresado como la suma de dos cubos positivos de dos formas diferentes: 1729= 1 al cubo + 12 al cubo = 9 al cubo + 10 al cubo (son números complejos)
Pues bien, Mattia, superdotado para las matemáticas, y Alice, fotógrafa, son números primos, poco comunes, nada empáticos con su entorno, complejos y, aunque cercanos, condenados a no poder juntarse definitivamente, a pesar de la poderosísima fuerza gravitatoria que existe entre ellos. “Su infancia los ha marcado con ese tipo de heridas que nunca cicatrizan” y, aunque sus caminos se cruzan en varias ocasiones, siempre, la presencia de un número par indefectiblemente los separa.
En suma, una delicada historia de amor imposible, escrita por una exquisita pluma que va hilando, sincopada, una deliciosa trama que sólo se resuelve al final cuando, como le explica Mattia a Alice, “…como una superficie de agua, deja de expandirse en el momento preciso en que su tensión [ya] la mantiene cohesionada, como formando una película”.
“…el fuerte viento que por la noche había limpiado la atmósfera, parecía llevarse también el tiempo, haciendo que pasara más rápido”.
“Hablaban poco, pero pasaban mucho tiempo juntos, sumido cada cual en su propio abismo, aunque sintiéndose sostenidos y salvados por el otro…”
“Los años del instituto fueron para ambos …una herida abierta, él rechazando el mundo, ella sintiéndose rechazada por el mundo. “…con el tiempo cicatrizó, cerrándose sus labios de manera imperceptible pero continua [en] …una amistad precaria y asimétrica, hecha de largas ausencias y muchos silencios, como un ámbito puro en el que podían volver a respirar cuando se ahogaban…”
“…cuando estaba con ella sentía que merecía la pena hacer todas esas cosas normales que hacen las personas…”
“…eso era todo lo que quedaba del amor de los padres, pequeñas atenciones, preocupaciones como las que los suyos enumeraban todos los miércoles: la comida, el calor y el frío, el cansancio y, a veces, el dinero. Todo lo demás, conversaciones nunca entabladas, excusas que dar o recibir, recuerdos que corregir, formaba una masa petrificada que yacería a profundidades insondables para siempre”.
“La gente no perdía el tiempo, se aferraba a unas pocas casualidades y fundaba sobre ellas su existencia”.
“Sí, lo había aprendido. Las decisiones se toman en unos segundos y se pagan el resto de la vida”.
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