2024/06/06 – Pedro José Zepeda
Acabo de terminar “El invencible verano de Liliana” (diciembre 2021), de Cristina Rivera Garza (Matamoros, Tamaulipas, México, 1964)
Nota:
En 2022 este libro recibió el Premio Xavier Villaurrutia y, en 2024, hace un par de meses, el Premio Pulitzer en la categoría Memorias/Autobiografía.
La historia:
El 16 de julio de 1990 fue asesinada en la Ciudad de México Liliana Rivera Garza: 20 años, estudiante de arquitectura. Llevaba años tratando de terminar su relación con un novio de la preparatoria que insistía en no dejarla ir.
Unas cuantas semanas antes de su muerte, Liliana, finalmente, había tomado una decisión: empezaría una nueva vida: terminaría su carrera y después haría la maestría y el doctorado en Londres.
“En lo más profundo del invierno aprendí que había en mí un invencible Verano”, escribió Liliana, en palabras de Albert Camus.
Sin embargo, relata Cristina, hermana mayor de Liliana, “La decisión de él fue que ella no tendría una vida sin él”.
“El miedo a caer de bruces o el miedo a no soportar el dolor o el miedo a morir habían terminado por hacerse cómplices del asesino. Allí estábamos todos, tan sin aire, tan sin palabras, tan silenciosos e inmóviles como Liliana sobre su lecho de muerte”.
“Un día después del entierro de Liliana, cuando los parientes y amigos se habían esfumado rumbo a sus rutinas cotidianas, lloré de …manera animal ya sola en casa. Un grito es un sonido agudo y estridente que se emite de una manera violenta. Un alarido expresa dolor o miedo. Pero esto que se esparció en ese cuarto solo, eso que no escuchó nadie y que desgarró, al mismo tiempo, el aire en dos, o en muchos pedazos, era algo que venía de un mundo desconocido y se comunicaba, igual, con mundos todavía por nacer. La fricción lenta, chirriante, entre materiales disímiles. Algo con bordes maltrechos y con hedor. Algo todavía informe. Hay que agarrarse el abdomen y hacerse bolita sobre el piso. Hay que esconder el rostro. Hay que suplicar. Sobre todo, sí, hay que suplicar”.
“Uno no está más inerme que cuando no tiene lenguaje”, cuando no existen palabras para entender, para poder llorar.
“La falta de lenguaje es apabullante. La falta de lenguaje nos maniata, nos sofoca, nos estrangula, nos dispara, nos desuella, nos cercena, nos condena”.
“El feminicidio no se tipifico en México sino hasta el 14 de junio de 2012 […] el Código Penal Federal… Artículo 325: comete el delito de feminicidio quien prive de la vida a una mujer por razones de género. A gran parte de los feminicidios que se cometieron antes de esa fecha se les llamó crímenes de pasión. Se le llamó andaba en malos pasos. Se le llamó ¿para qué se viste así? Se le llamó una mujer siempre tiene que darse su lugar. Se le llamó algo debió haber hecho para acabar de esa forma. Se le llamó los padres la descuidaron. Se le llamó la chica que tomó una mala decisión. Se le llamó, incluso, se lo merecía.”
[Sólo tras muchos años de no poder decir comprendí que] “A veces es necesario [el] …silencio para que las palabras se junten todas sobre la lengua y, ya reunidas, se atrevan a saltar al mismo tiempo.”
“Hace apenas un año decidí abrir las cajas donde depositamos las pertenencias de mi hermana”, dice Cristina.
Dice un cronista, Cristina “…encontró en las cartas de su hermana imágenes de sus deseos de viajar y recibirse, sus relaciones con amigas, primas, con su propia madre y con quien será luego su asesino. Una buena parte del archivo de Liliana está compuesta por las cartas a sus amigas. No solo son las más numerosas sino también las que están escritas con mayor cuidado. …las epístolas arman su imagen en un relato sensible. Su estilo literario, junto con lecturas de documentos recopilados y procesos de reconstrucción e investigación, se unen en este libro a sus propios sentimientos y confesiones de hermana”.
Dice Cristina: [30 años después] “El tiempo no …[había pasado] en absoluto. Aquí estaba todo eso, intacto …Todavía hoy, en cualquier lugar del planeta, el cadáver de una mujer es el resultado de una vida cuestionable”.
Dice Cristina: “… hubo noches en que me despertó la certeza de que no iba a poder, de que tampoco esta vez iba a poder. [Sin embargo], su voz atravesó el tiempo y, como la de tantas mujeres desaparecidas y ultrajadas en México, demandó justicia”.
Concluye Cristina: “El invencible verano de Liliana” es una excavación en la vida de una mujer brillante y audaz que careció, como nosotros mismos, como todos los demás, del lenguaje necesario para identificar, denunciar y luchar contra la violencia sexista y el terrorismo de pareja que caracteriza a tantas relaciones patriarcales”.
“La capacidad de este lenguaje se lo debo a una multiplicidad de movimientos de mujeres, feministas, que han creado un lenguaje para luchar contra esta violencia”
Algo más sobre la autora:
Cristina Rivera Garza es una narradora, ensayista y poeta, traductora y crítica mexicana. Desde 1989 vive en Estados Unidos. Estudió sociología urbana en la ENEP Acatlán (hoy FES Acatlán) de la UNAM. Es Doctora en Historia de América Latina, y en Letras Humanas con distinción Honoris Causa por la Universidad de Houston. Actualmente es profesora distinguida en el departamento de Estudios Hispánicos y en el Colegio de Artes Liberales y Ciencias Sociales de dicha universidad, en cual fue, también, fundó el doctorado en Escritura Creativa. Desde 2023 es miembro, en México, de El Colegio Nacional.
Dentro de su amplia obra publicada destacan: “Los muertos indóciles”, “La cresta de Ilión”, “La Castañeda Insane Asylum”, “Había mucha neblina o humo o no sé qué (Mapa de las lenguas)”, “Nadie me verá llorar” (Premio Nacional de Novela José Rubén Romero, 1997; Premio Internacional IMPAC-Conarte-ITESM, 1999; Premio Sor Juana Inés de la Cruz, 2001. Sobre esta obra, Carlos Fuentes dijo que es «una de las …más notables de la literatura no sólo mexicana, sino en castellano, de la vuelta de siglo»); “La muerte me da (Premio Sor Juana Inés de la Cruz, 2009; Premio Roger Caillois de Literatura Latinoamericana, 2013, otorgado por el Pen Club de Francia, la Maison de l’Amerique Latine en París y la Sociedad de Lectores y amigos de Roger Caillois); “Autobiografía del algodón” y “Grieving. Dispatches from a Wounded Contry. En 2005 recibió el Premio alemán, Anna Seghers, para literatura latinoamericana. Sus libros han sido traducidos a varios idiomas.
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