2024/10/25 – Pedro José Zepeda
Acabo de terminar de leer “La clase de griego” (2023) de Han Kang (Gwangjun Corea del sur, 1970)
La trama:
En esta novela, Han Kang, la reciente ganadora del Premio Nobel de Literatura, narra el improbable, desgarrador y efímero encuentro en un mundo insensible, difícil, entre dos seres humanos: heridos, desconfiados, solitarios, dañados en sus sentidos y sus esperanzas.
Él, maestro de griego antiguo, de regreso en Seúl después de haber vivido la mitad de su vida en Alemania, afectado por una enfermedad que paulatinamente merma su vista y pronto lo dejará ciego.
Ella, recién divorciada, después de perder a su madre y la custodia de su hijo único, aunque enamorada de la lengua, puede hablar pero no puede hablar, por lo que se refugia en el estudio de una lengua muerta.
“El lenguaje… desapareció de un día para otro… no podía acceder a la memoria que le permitía mover la lengua y los labios para pronunciar las palabras y sostener con firmeza el lápiz. […] Un silencio anterior al habla, anterior incluso a la existencia, absorbía el fluir del tiempo…”
En una de las primeras clases, él le pide a ella que lea en voz alta las oraciones en griego que ha escrito; ella sigue silenciosa.
En la penumbra, tirado en el suelo, sin lentes, él sangra y, angustiado, busca la salida. Escribiendo con un dedo en la palma de la mano de él, ella recupera las palabras y lo ilumina. Por un breve instante; por un momento, la oscuridad se ilumina y se rompe el silencio.
Después, la nostalgia…
“Nos quedamos tumbados uno junto al otro en los bosques del fondo del mar.
En un lugar donde no había luz ni sonidos.
No podía verte.
Yo tampoco podía verme.
Tu no hiciste ruido alguno.
Yo tampoco hice ningún ruido.
Nos quedamos allí tumbados
hasta que por fin pronunciaste algo,
hasta que se escapó
una burbuja redonda y leve
de tus labios.
Estabas anhelante.
Daba miedo la quietud.
Estaba oscuro,
como la oscuridad más profunda de la noche,
como las profundidades abisales donde la presión aplasta a los seres vivos.
De pronto tu dedo índice empezó a escribir algo en mi hombro desnudo.
Bosque, eso fue lo que escribiste.
Me quedé esperando la siguiente palabra.
Cuando supe que no habría otra, abrí los ojos en la oscuridad
Y vi la borrosa mancha de tu cuerpo blanquecino en la negrura.
Entonces estábamos muy cerca.
Tan cerca que nos abrazábamos.
Seguía cayendo la lluvia.
Algo se despertó en nosotros.
Allí donde no había luz ni voces,
entre astillas de corales que no habían soportado la presión,
nuestros cuerpos trataban de subir a flote.
No deseando volver a la superficie,
rodeé tu cuello con mis brazos,
busqué tu hombro y lo besé.
Para que no siguiera con mis caricias,
me cogiste la cara y emitiste un breve sonido.
Lo oí por primera vez.
Un sonido leve y redondo como una burbuja.
Yo contuve la respiración.
Tu seguías respirando.
Te oía respirar.
Entonces comenzamos a subir lentamente.
Primero tocamos la brillante superficie del mar,
luego fuimos arrastrados con ímpetu a tierra firme.
Tuve miedo.
No tuve miedo.
Tuve ganas de llorar.
No quise llorar.
Antes de separarte por completo de mi cuerpo,
me diste un lento beso en la boca,
en la frente,
en las cejas,
en ambos párpados.
Fue como si me besara el tiempo.
Cada vez que se encontraban nuestros labios, la oscuridad se hacía más densa.
La quietud se acumulaba como la nieve que borra para siempre todas las huellas
y nos va cubriendo en silencio las rodillas, la cintura, y por fin la cara.
Se ha dicho de esta novela:
“La clase de griego es impresionante. En humanidad, en lenguaje, en las formas del dolor y el silencio dentro y alrededor de nosotros. Han Kang… ensancha el cielo de los sentimientos”.
Max Porter, escritor imglés
“Entre la luz y la sombra, entre la oscuridad y la erudición, Han Kang adopta un estilo narrativo dinámico y luminoso que recuerda el de Platón utilizando la voz de Sócrates para inspirar a sus lectores con preguntas cuyas respuestas nunca están exentas de riesgo”.
Fabien Deglise, Le Devoir
“Sinuosa y sublime, “La clase de griego” es una reflexión extraordinaria sobre el lenguaje, la violencia, la pérdida y la intimidad. Han Kang es una escritora incomparable. Con pocas líneas atraviesa la experiencia humana en su totalidad.”
Katie Kitamura, novelista y crítica estadounidense
“La clase de griego es una novela extraordinaria que en cada lectura devela nuevas profundidades […] No describe el dolor, sino que usa el lenguaje y la narración para encarnarlo. Un logro superlativo.”
The observer
Un poco sobre Han Kang
En 1994, a los 24 años ganó el concurso literario de primavera del diario Seoul Shinmun. “La vegetariana”, su primera novela traducida al inglés, gano en 2016 el Premio Booker Internacional. Su siguiente novela, “Actos Humanos”, le valió el Premio Manhae de Literatura de Corea y el Premio Malaparte en Italia en 2017. “El libro blanco” fue finalista en el Premio Booker Internacional en 2018. Hasta 2018 fue profesora de Escritura Creativa en el Instituto de Artes de Seúl. Antes de recibir el Premio Nobel hace unas semanas, su obra ya había sido traducida a más de 30 idiomas.
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