Lecciones – Ian Mc Ewan

23/10/31 – Pedro José Zepeda

“Para Roland Baines, el hombre necesitado de sueño en la mecedora, la ciudad que empezaba a despertar no era más que un remoto torrente sonoro cada vez más intenso con el paso de los minutos. La hora punta. Expulsada de sus sueños, sus camas, la gente se precipitaba por las calles como el viento. [Él, en cambio]… no tenía nada qué hacer salvo ser una cama para su hijo [que descansaba sobre su pecho]… sentía el corazón de su hijo, justo casi el doble de rápido que el suyo. Sus pulsos se acompasaban y se iban desacompasando. […] Nunca estarían tan unidos. [Con el tiempo, cada vez]… lo conocería menos bien… Otros [en cambio, sabrían más de él]… dónde estaba, qué estaba haciendo y diciendo. Cada vez más unido a este amigo, a esta amante. Llorando a veces, solo.
De su padre, alguna que otra visita, un abrazo sincero, una puesta al día sobre el trabajo, la familia, algo de política, luego la despedida.
Hasta entonces, lo sabía todo sobre él, dónde estaba en todo momento, en todo lugar. Él era la cama del bebé y su dios. El largo alejamiento, le gustará o no, podía ser la esencia de la paternidad…”
Ian Mc Ewan,
“Lecciones”


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